DIGO NO, LUEGO EXISTO: La etapa del no
Esta etapa de la negación aparece entre los 18 meses y los 2 años, suele durar hasta los 3 años y normalmente va acompañada de sus inseparables amigos: “yo solito”, “tú no” y las rabietas.
En ese momento, muchos padres se preguntan: ¿qué está pasando?, ¿por qué antes me obedecía y ahora no? ¿Cómo podemos establecer límites?
¿Cómo superar esta etapa y no morir en el intento?
Tranquilos, es una etapa más, podríamos decir que es la “adolescencia” de la infancia.
Esta etapa, es una forma de oponerse para poder afirmar su identidad. Y cuando su negativa choca con la autoridad de los padres, es cuando aparece la rabieta. Con el “no”, el niño busca sentir autonomía e independencia.
No hay trucos ni fórmulas mágicas para hacerla desaparecer. Pero no os preocupéis, esta etapa, tal como llega desaparece. Aunque sí que podemos ayudarles a superarla, hemos de establecer límites y tener mucha paciencia.
Los límites o reglas, no tienen por qué tener una connotación negativa. De hecho, necesitamos reglas en cualquier ámbito de la vida: para jugar, conducir, trabajar, relacionarnos, etc. Los menores necesitan de estos límites para controlarse y regularse de forma que puedan desarrollar comportamientos que fomenten su aprendizaje, su autonomía y su autoestima.
Poner límites a nuestros hijos y hacerlos cumplir con afecto y amor, es una forma de decirles cuánto los queremos, cuánto nos importan y cuánto nos preocupamos por ellos. Además de prepararlos para etapas venideras como es la tolerancia a la frustración, aprendiendo que no todo es posible.
- Haciéndolo siempre desde el respeto, sin perder los nervios, eliminando los gritos.
- Explicándoles los límites con claridad y firmeza amorosa. Asegurándonos que nuestros hijos entienden lo que estamos pidiéndoles.
- Adaptando los límites a la edad, características y necesidades de nuestros hijos. Deben ser coherentes con su edad y cada fase evolutiva exigirá una reformulación.
- Menos, es más. No excedernos, sino podemos tener la sensación de que no nos hacen caso en nada. Y no podemos ni debemos estar nosotros todo el día diciéndoles a ellos “no”.
- Todos a una. Papá y mamá tenéis que respetar los mismos límites. Por eso debéis valorar entre vosotros cuáles son los límites que queréis que se cumplan e ir marcándolos de forma progresiva. Si hay diferencia de gaztelueta.com/es/opiniones-gaztelueta" 4129 rel="nofollow" target="_self">opiniones entre los adultos, los niños reciben un mensaje ambivalente.
- Hemos de ser coherentes, no podemos depender de nuestro estado de ánimo, del cansancio, etc. Podemos anticiparnos para evitar esa situación límite, pero llegada a ella, no podemos hacer la vista gorda, porque les estaríamos mandando el mensaje de que las normas son arbitrarias, luego no deben ser algo tan importante.
- No ceder. Cuando buscan evitar las normas, acaban aprendiendo que, si insisten, podemos llegar a ceder. Debemos ser firmes en nuestras decisiones.
- Reducir el “No”. Las normas llevan en la mayoría de las ocasiones el “no”. Debemos reducirlo en todos aquellos momentos en los que no sea tan importante y reemplazarlo por formas más constructivas. Muchas veces la negatividad de los niños, aparece porque solo ve o se le ocurre una opción. Si le presentamos otra se reducirá esa negatividad. En lugar de «No grites» podemos decir «Habla un poco más bajito, por favor», etc.
- Establecer consecuencias naturales y lógicas cuando nuestros hijos no respeten un límite.
- Convirtiéndonos nosotros en el mejor ejemplo que puedan tener, respetando nuestros propios límites y los de los demás.
Pero sobre todo, lo más importante es ponerle amor y mucha paciencia. Entendiendo que es normal que nuestros hijos intenten saltarse los límites establecidos, la curiosidad y el carácter explorador propio de la infancia les hace intentarlo.

En definitiva, establecer límites nos ayudaran a superar esta etapa del “No”, pero también les ayudarán a ellos para el día de mañana.
Porque como dice Henry Cloud: “Los límites nos definen. Definen lo que somos y lo que no somos. Un límite nos muestra dónde termina y dónde comienza la otra persona.”
Graciella de Soto
Tutora P2A