“¡Mira! ¿Qué ves? ¡Dime! ¿Qué ves?”. Si Norman Parkinson estuviera aquí, de pie, a tu lado contemplando su propia obra seguro que te haría esta pregunta: “¿Qué ves?”. Y efectivamente, no estaría interesado en que miraras su obra, sino en que vieras algo en ella.

Es clásica la distinción entre mirar y ver, pero nunca está de más recordar que podemos mirar muchas cosas, pero ver realmente pocas. Ahora bien, mirar y ver se convierten en una ardua tarea cuando el objeto observado en cuestión es el vestido.

Pero, pensémoslo bien: ¿a qué se dedica, realmente, un fotógrafo? ¿A disparar su artillería a discreción para rescatar un momento? La labor de un fotógrafo, sea cual sea su campo, es principalmente la de mirar para poder ver después, e interpretar finalmente la realidad, accediendo a ella de una forma completamente nueva.

La modelo americana Nena von Schlebrügge posa para la revista Queen Magazine, 1960.

Norman Parkinson aprendió a mirar la moda; hazaña al alcance de unos pocos. Y mirando la moda, cayó en la cuenta de que la moda no es el vestido, sino que descubrió en la moda un hecho vital y social total. Y esta es la verdad que nos regaló a través de sus disparos.

Contexto histórico

Para que entiendas brevemente el contexto histórico en el que Parkinson trabajó, hay que tener en cuenta dos elementos: cómo era la fotografía y cómo era la moda en esos momentos.

En primer lugar, cabe decir que la fotografía era como el internet de ahora. Era la nueva ventana a través de la cual el mundo accedía a sí mismo. La fotografía a principios de siglo XX estaba en auge ya que significó un cambio de paradigma en el modo de entender el mundo y ello influyó, por ejemplo, en la pintura, que vio sustituida su función de representar fielmente la realidad y cambió el rumbo explorando sendas como el impresionismo o el surrealismo.

La moda, a su vez, comenzaba a cambiar de paradigma. Con todos los efectos motivados por la II Revolución Industrial, la moda de clases empezaba a democratizarse, erosionando, poco a poco, las marcadas líneas sociales que hasta entonces estaban establecidas.

¿Cómo dialogan moda y fotografía cuando esta aparece? Ya sabemos que la pintura lo hace cambiando estilos y tendencias. Podríamos hablar de la relación de la moda y la fotografía como aquella extraña simbiosis en la que, algo tan vaporoso y efímero, queda plasmado de una forma especial en un resultado con soporte, a priori, estático.

Los tres factores principales que entran en este baile de fotografía y moda, de movimiento y quietud, de captación del universal dentro del particular, siempre se repiten: lo suntuario (la ropa), lo humano (la modelo) y el contexto (el ambiente). Depende de cómo el autor juegue con estos elementos, obtendrá un resultado u otro. Y este juego siempre busca provocar el efecto sorpresa sobre nosotros, que somos los espectadores.

Wenda Parkinson, mujer de Norman Parkinson, fotografiada para Vogue, 1949.

¿Cómo puso Parkinson en diálogo a la modelo, al vestido y al contexto? Comprendiendo esquemas e introduciendo códigos de relación entre ellos hasta ahora no explorados. La fotografía de moda anterior a Norman Parkinson estaba regida por una relación “tradicional” entre estos factores: gran protagonismo del contexto y del vestido, resultando la modelo relegada a la función de “maniquí”.

Por ello, la fotografía de moda hasta entonces había estado llena de ataduras: todas las tomas se contextualizaban dentro del estudio, un espacio interior meticulosamente estudiado donde cada milímetro no dejaba lugar a la imaginación, y del cual se obtenían puestas en escenas similares a las naturalezas muertas barrocas.

¿Qué hizo Parkinson? Dotó a la modelo de pleno protagonismo: hecho que provocó un nuevo modo de ver la puesta de las prendas. Como resultado, consiguió arrancar de cuajo la pretensión impostada de sus precedentes que buscaban la atención al detalle propia de la orfebrería, intoxicados por la artificiosidad del encerrado estudio.

Wenda Parkinson fotografiada para Vogue en junio de 1949.

Action realism de Norman Parkinson

Esta nueva manera de afrontar la fotografía de moda, que parece tan obvia hoy, marcó un punto de inflexión. Posteriormente hemos llamado a la visión de Parkinson action realism. Observando hoy su testimonio artístico, tenemos que ir un poco más allá para entender qué pretendía este autor.

El action realism no es más que una apuesta por la persona en el centro de la acción, en el centro de lo que está sucediendo. Además, las personas con las que él trabajaba eran mujeres, hecho que redimensiona la envergadura de su innovación. Parkinson da voz a las mujeres y arroja luz en un mundo de sombras: el periodismo de moda solo se había servido hasta la época de las modelos como un elemento más, sin otorgarles el carácter y la dignidad que estas, de por sí, ya poseen.

El mundo de la moda podría ser descrito como aquel lugar confuso y oscuro donde no queda claro el límite entre lo nuevo y lo viejo, lo que es y lo que no es, la realidad o la ficción. El atuendo, cuya función principal es cubrir el cuerpo, está predispuesto de forma natural a hacerlo con una intención engañadora, ya que el mismo cubrimiento del cuerpo es un apéndice limitante entre nosotros y la alteridad. Consciente de esto, Parkinson quería llevar su trabajo más allá para romper estas barreras.

Lisa Fonssagrives, modelo y bailarina sueca, protagoniza la imagen “The American Collections” para el número de septiembre de Vogue América en 1949.

A parte de dar pleno protagonismo a la modelo, llevó a cabo otras acciones que también configuran su action realism. Parkinson buscó la simplicidad y la espontaneidad en el movimiento urbano, estructurando en esa base toda su composición. Cansado de la artificiosidad de la fotografía de moda, entiende el mundo y las tendencias venideras y deja entrar en su obra elementos como la velocidad, el error no corregido o, incluso, el humor en forma de sonrisa en las fachas de sus modelos, signo que aún no se había visto en ningún print de Vogue o Harper’s.

Supongo, que después de acompañarme hasta aquí en esta exposición, te estarás preguntando por qué no te he hablado de la técnica del autor: el encuadre, la luz, la composición, la forma, el color, la perspectiva… Sinceramente pienso que estos aspectos “materiales” puedes observarlos más o menos con el ojo, depende de lo entrenado que lo tengas.

Aquello que he tratado destacar de Norman Parkinson es su mensaje, al cual se subordina toda su maestría técnica y que encontramos resumido en sus propias palabras: “la cámara puede ser el arma más letal que la bala del asesino o también puede ser, un bálsamo para el corazón”.

Muchas veces -y sobre todo en el ámbito académico- olvidamos el poder de influencia que ejerce la cultura material sobre la psicología social, pero aquí estás, viendo la obra de alguien que el siglo pasado hizo su trabajo poniendo a las personas (modelos) en el centro de su vida, haciéndoles sonreír, haciéndoles sentirse reales. Esta es la verdad que Parkinson nos regala hoy a través de sus disparos fotográficos de hace un siglo, si aún no lo ves, mira bien, porque su obra te lo está revelando.

Lluís Llorens
Apasionado y pensador de la moda.
ISEM MEDEM ALUMNI
FILOSOFÍA ALUMNI

Las fotografías de Norman Parkinson expuestas en la sede de ISEM Fashion Business School.

ISEM Fashion Business School ha adquirido los derechos de 4 fotografías pertenecientes a la obra del famoso fotógrafo de moda, Norman Parkinson, que decorarán la nueva sede de la escuela. Las fotografías se han instalado a modo de grandes paneles en la Biblioteca de Moda y en los despachos de dirección de ISEM, todo ello situado en la planta principal del edificio. Saber más

Artículo original publicado aquí