Hay una película protagonizada por Morgan Freeman y Jack Nicholson, titulada «Ahora o nunca», que trata sobre dos amigos enfermos terminales de cáncer y su actitud ante la vida.

Autoría: D. Arturo Garralón Blas

Recuerdo una secuencia en que Morgan Freeman está con otra persona en un bar y manifiesta de forma clara su fidelidad a su esposa. La otra persona le dice que su mujer tiene una gran suerte de tener alguien así, a lo que Freeman contesta: «No, realmente soy yo el que tengo mucha suerte por tener una mujer así».

Comprenderéis que era patente mi ineptitud. Muchas veces me decía a mí mismo: «José, eres tonto, y además eres un soberbio porque has pensado que podrías estar a la altura»».

Sin duda, San José lo tenía más difícil. Si había algún problema en la marcha de su casa, ¿de quién podía ser la culpa? ¿De Jesús, el Hijo de Dios? ¿De María, la criatura más perfecta? ¡Vaya papelón! Pero fue él precisamente el elegido por Dios para proteger, alimentar y mimar las dos joyas más valiosas del mundo. San José no se amilanó, supo bordar su papel, ejerció a la perfección la función de cabeza de una familia judía, y enseñó a rezar a Jesús, a bendecir la mesa, le llevó al templo, etc., ¡al mismo Dios hecho hombre!

En cierta manera, ningún padre de familia está a la altura de su misión, si de verdad valora el matrimonio y valora a su familia. Aprendamos de San José, especialmente los padres, a descubrir el tesoro que es la familia y, como consecuencia, a ejercer ese liderazgo, también en lo espiritual, aunque uno no se sienta a la altura, que Dios encomienda a cada padre de familia.

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